Se repiten los roles sexistas.

La delegada del Gobierno para la Violencia de Género, Blanca Hernández, ha atribuido el crecimiento de los comportamientos machistas entre la población joven y la mayor tolerancia de las nuevas generaciones hacia la violencia de género, al hecho de que en los hogares «se repiten, se repiten y se repiten roles sexistas» como que las chicas «son quienes han de recoger la mesa» y los chicos «quienes deciden qué se hace y toman las decisiones».

«No somos conscientes de que lo que se conquista con las leyes también hay que conquistarlo en la sociedad –ha advertido– En la Delegación vimos que había un problema claro entre la población más joven y nos parecía raro en un país como España que se lo había tomado tan en serio. Así que nos pusimos a estudiarlo.»

Según ha explicado, entre las conclusiones que han extraído de la observación figura la repetición, por parte de las familias, de «ideas, mensajes o estereotipos que perpetúan muchas veces el amor mal entendido, que es germen de violencia«. Por ejemplo: que los celos «son muestra de amor» y que «si está celoso es porque le quiere», o que «está bien que los chicos salgan con muchas chicas, pero está muy mal que las chicas salgan con muchos chicos», según ha señalado.

Junto con esta causa, ha apuntado que la «gente joven«, en ocasiones, «no ve que las desigualdades entre hombres y mujeres existen» (ante lo que ha señalado la desigualdad salarial del 22% en España) y «se creen que ya está todo hecho» debido a que existen leyes al respecto.

Hernández ha presidido la entrega de los premios del I Concurso Nacional en Centros de Enseñanza y Universidades por la Igualdad y contra la Violencia de Género, organizado por Fundación Mutua Madrileña y en al que han concurrido un total de 182 proyectos elaborados por estudiantes.

El reto que planpremios cortosteaba el concurso consistía en elaborar un mensaje para sensibilizar o difundir la lucha contra la violencia machista a través de cualquier formato de comunicación, desde carteles o vídeos hasta cómics o fotografía.

En el marco de la entrega de premios y reconocimientos a los finalistas del certamen y a los ganadores, la delegada del Gobierno ha pedido a los jóvenes que «transmitan este mensaje a otras personas» y que «mantengan siempre las gafas» de la perspectiva que han tenido que emplear para identificar y crear sus propios mensajes contra esta lacra. «Imaginaos el impacto que podéis tener –les ha asegurado– Tenéis que pensar que con lo que hacéis se puede cambiar la realidad».

Durante el acto, uno de los jóvenes galardonados con el primer premio, Aritz Diéz, ha reconocido que, hasta hace poco, para él la violencia de género era «simplemente un suspiro al mirar las noticias en la televisión».

«Hasta que no viene alguien a quien conoces y aprecias a decirte que le está ocurriendo, no te implicas –ha lamentado– Ese es el momento en el que realmente ocurre y realmente puede echar un cable».

LA SOCIEDAD, FRENTE AL MALTRATADOR

En este sentido, el presidente del Grupo Mutua Madrileña, Ignacio Garralda, ha hecho hincapié en el hecho de que, a su juicio, «falta mucho por avanzar» en lo referente al papel de la sociedad frente a los maltratadores.

Así, considera que, mientras que en el ámbito de la protección y la atención a las víctimas se ha avanzado durante los últimos años, «la sociedad todavía no sabe muy bien cuál es la estrategia de actuación que se debe seguir con el maltratador».

«Queremos dar un paso más, y ese paso más es que a la sociedad no le gustan los maltratadores. En ese ámbito estamos absolutamente en una fase embrionaria«, ha asegurado.

EL PAPEL DE LAS EMPRESAS

En esta línea, ha puesto el acento sobre el papel de las empresas, de las que afirma que «tienen que implicarse» en todas aquellas cuestiones que son «transversales» para la sociedad como, a su juicio, lo son la violencia de género y la desigualdad. «Ahí es donde se ve el convencimiento de la empresa que lo hace y, después, la identificación del potencial usuario, cliente o consumidor con la empresa que lo hace», ha señalado.

En todo caso, ha indicado que las acciones en este sentido tienen que ser «consistentes y persistentes» para ser efectivas, en lugar de emprender acciones «de forma esporádica». «Si no, no vamos a ningún lado –ha asegurado– aunque para ello necesitamos la ayuda de todos».

‘NOS DUELE A TODOS’

En cuanto al concurso, el director general de la Fundación Mutua Madrileña, Lorenzo Cooklin, ha valorado, al término de la primera edición, que ha sido una «magnífica idea» y ha asegurado que volverá a convocarse en el futuro.

«Queríamos hacer partícipes no solamente a los adultos sino también a los jóvenes de esta preocupación que nos atañe a toda la sociedad –ha explicado– Por eso lo hicimos con el lema ‘Nos duele a todos’.

Además de los 21 proyectos finalistas, el jurado del concurso ha elegido como ganadores del certamen a cuatro estudiantes del IEFPS Mendizabala de Vitoria, Abre los ojos (primer premio),  

El segundo puesto fue para ‘Nos duele a todos‘, un vídeo realizado por  estudiantes de la Universidad Rey Juan Carlos I de Madrid y que lleva el mismo nombre que la propia campaña.

En el tercer lugar se produjo un empate entre ‘Cómo maquillar un ojo morado‘, de una estudiante de la Universidad de Oviedo, y el cartel, ‘Eres mi amor‘, de tres estudiantes de la Miami Ad School de Madrid.

También se otorgó un accésit en la categoría de Cómic para el proyecto presentado por una estudiante del colegio Khalil Gibran de Fuenlabrada (Madrid), y un Premio Especial del Público para el trabajo audiovisual ‘It hurts it all‘ realizado por cuatro estudiantes del instituto Monte das Moas de A Coruña.

El vídeo ganador  ‘Abre los ojos’  muestra en un plano superpuesto escenas de la vida de una pareja, en las que lo primero que llama la atención son aquellas más afectuosas, mientras que las escenas de violencia y maltrato quedan relegadas a un segundo plano.

El mensaje pretende subrayar que, pese a que «preferimos ver las cosas buenas» eso «no hace que las malas desaparezcan» para pasar a pedir «denunciar» ante «el primer signo de violencia».

El economista.com

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