Conferencia de Rocío Ramos Paul

supernanyCon motivo de la celebración del Día Internacional de la Familia, la Consejería de Salud y Servicios Sociales organizó una conferencia de la conocida psicóloga Rocío Ramos-Paul.

Con el título ‘No me hace caso’, la psicóloga infantil, muy popular por su trabajo en televisión, abordó  el día a día de las familias y su función educadora e incidió en algunos aspectos como: la importancia de utilizar los limites y las normas durante la infancia y condiciones para establecerlos correctamente, por qué los niños/as son desobedientes y sus consecuencias, las rabietas como conducta recurrente de los más pequeños; principales errores que cometen los padres y madres; cuál debe ser la actitud de las familias frente a un hijo/a desobediente; y finalmente nos indico algunos consejos clave para mantener la paz en el hogar.

Comentó que el niño/a ha de sentirse SEGURO/A, y esa seguridad se consigue a través de los hábitos, ha de estar PROTEGIDO/A y este aspecto lo reforzamos con los límites, y finalmente QUERIDO/A Y VALORADO/A, dedicándole un tiempo de calidad y con un correcto desarrrollo emocional.

Rocío Ramos-Paúl es licenciada en Psicología, Máster en Psicología Clínica y educadora de menores. Desde 2006 conduce un programa de televisión con el objetivo de mostrar directrices educativas. Es autora, entre otros libros, de ‘Aprendiendo a enseñar’ (Paraninfo), ‘Mi hijo no come’ (Aguilar) y ‘Niños desobedientes, padres desesperados’ (Aguilar).

Nos propuso algunas recomendaciones:

1. ¿Por qué los niños son desobedientes?

Porque les toca, porque no saben qué se puede hacer y qué no. Necesitan que el adulto se lo enseñe aunque protesten con rabietas, lloros y gritos. Pero el niño que vive con normas se siente seguro y vive feliz.

2. ¿Cuáles son las principales características que tienen los padres cuando un niño es desobediente? ¿Hay algún patrón?/¿Hay conductas o actitudes en los padres que desarrollan hijos desobedientes?

Los hay permisivos: “pobrecito, ya le tocará hacerlo cuando sea mayor”.
Están los autoritarios: “esto se hace así porque lo digo yo”.
Ambos generan miedos e incertidumbre en el niño, que tendrá muchas posibilidades de convertirse en un adulto ansioso y/o agresivo.

Los padres que desarrollan una autoridad positiva: dejan que el niño se equivoque, son exigentes con el cumplimiento de las responsabilidades de su hijo a la vez que celebran sus logros y le animan a que intente nuevos retos. Son capaces de educar niños felices que se convertirán en adultos responsables.

3. ¿Cómo o dónde se establece la diferencia entre un niño desobediente y uno que hace algo quizás por rabia?

No atender una orden puede deberse a muchos motivos: a veces es porque están muy divertidos jugando y no quieren dejar de hacerlo. Otras a que no entienden por qué tienen que llevar a cabo un esfuerzo o les aburre hacer lo que les pedimos. Incluso para obtener la atención de los padres mientras les regañan por desobedecer. Todos están dentro de lo esperable y todos hacen responder al niño con rabia.

Es cierto también que, si un niño se mueve continuamente por rabia nos dice qué algo le pasa y entonces. Lo primero que hay que averiguar es qué provoca esta emoción para ayudarle a cambiarla.

4. ¿Puede la desobediencia ser “una etapa”? ¿O estas actitudes crecen con el niño?

Los niños intentan saltarse los límites con mucha frecuencia, si los padres ponen consecuencias (positivas y negativas) les van haciendo entender los beneficios de las normas: para convivir, para entender que su comportamiento influye en el otro, para saber qué se espera de él en cada momento…
Si no se ponen límites, si desobedecer se convierte en la conducta predominante. Es más que probable que de adulto no sea capaz de atender las necesidades del otro, que sea exigente y que su autoestima dependa de la cantidad de poder que tenga sobre los demás.

5. ¿Qué situaciones puede traer al hogar que uno de los hijos sea muy desobediente?

Principalmente un ambiente familiar muy crispado. Los padres con un hijo muy desobediente tienden a fijarse en las conductas negativas de este para recriminárselas y castigarle. Si esta dinámica familiar persiste, el mal comportamiento del niño le convierte en el protagonista de su casa, ¡todo el mundo está pendiente de lo que hace! Y los padres dejan de prestar atención a lo que es capaz de hacer (y siempre hay cosas que hace bien). Así en la casa se escuchan gritos, amenazas y castigos permanentemente. A esta situación le llamamos “la regañina crónica”.
Cuando empezamos a trabajar con los padres en consulta,

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